SureS como idea literaria que se vale del instrumento de la lengua para sus creaciones pretende abrir un espacio de reflexión sobre la manera de hablar en Tánger con vistas a organizar el primer simposio de la lengua española tangerina. A continuación se encuentran los ejes que se debatirán y te invitamos a que nos envíes tus ideas sobre estos temas y, especialmente, si conoces expresiones típicamente tangerinas nos las hagas llegar a través de plataforma digital.
- El español de Tánger: características específicas de la lengua española en este cruce de culturas que es la ciudad del Estrecho.
- Jaquetilla: particularidades lingüísticas de los sefarditas en el norte de Marruecos y sus casos tangerinos.
- El relato tangerino: literatura escrita en español tangerino.
- Poesía en español tangerino.
- El encuentro del dariya o árabe dialectal marroquí y el español.
- Conversaciones en tangerino: gestualidad.
Expresiones de la lengua española tangerina
Alberto Gómez Font
Mi hermano Jaume Reverter-Vives siempre alza la voz y dice, casi gritando: ¡Joaaaan! (pronunciado en catalán, que suena algo así como ¡Yuaaaan!) cuando quiere llamar la atención de un camarero o de algún otro señor que no le está haciendo el caso que debería para atenderlo como es debido, y el efecto es inmediato aunque estemos hablando de la ciudad de Rabat, en Marruecos, donde vive Jaume; siempre consigue que lo atiendan.
Por eso una sonrisa me ha inundado la cara cuando esta mañana, en la página 265 del libro «Lingua franca (Histoire d’una langue métisse en Mediterranée)», he leído lo siguiente:
«[…] Ce terme d’adresse, “Juan” ou “Jean”, sera d’ailleurs usité de manière générique par les musulmans avec les chrétiens jusque dans des contextes modernes (un Jaouane, pour un chrétien) et loin de Levant, en Algerie.»
Nota: Les recomiendo ese libro a los amantes de las lenguas y de la historia del mar Mediterráneo.
Jocelyne Dakhila. «Lingua franca (Histoire d’una langue métisse en Mediterranée)». Arles: Actes Sud, 2008.
Ramón Buenaventura
Sobre el español de Tánger
El Tánger del Estatuto era una ciudad española incrustada en una ciudad marroquí y no gobernada por el gobierno español, sino por una Administración internacional. En esa ciudad hablaba español casi todo el mundo: los marroquíes, los judíos, los europeos no españoles, incluso los británicos y norteamericanos, tan monolingües ellos por lo general (el español de Bowles, por ejemplo, era francamente bueno). Los españoles –salvo algún que otro inmigrante reciente nacido al norte de Despeñaperros– hablábamos un andaluz muy parecido al gaditano de Algeciras (1) y salpicado de palabras árabes y sefardíes, casi siempre mal pronunciadas (no más de cien, calculo yo) (2). Nuestro segundo idioma no era el árabe, sino el francés (3), que muchos de nosotros hablaban perfectamente y con acento muy parecido al pied-noir argelino. Muy pocos europeos tangerinos hablaban árabe, ni siquiera aquellos cuyas familia llevaban decenios o incluso siglos afincadas en la ciudad. Palabras sueltas. De vez en cuando, casi siempre por broma, los españoles imitábamos una entonación sefardí o haquitían(que llamábamos jaquetilla). Los hebreos europeizados (periodistas, médicos, abogados), los que más convivían con los españoles, no la utilizaban normalmente para hablar con nosotros (no sé en familia). Los hebreos menos europeizados sí hablaban algo parecido a la haquitía, aunque bastante modernizada. Los marroquíes hablaban el español con su propio acento, que sabíamos imitar e imitábamos con frecuencia. No había muchos entre ellos que hablasen francés. Recuerdo un ejemplo, sin embargo: R’himo la Loca, que siempre le decía a mi madre, cuando se peleaban por algo de la casa: «si tú quiri, quiri; si no quiiri, yamonfú».
(1) Andalúz sin ceceo. Mi padre tuvo un chófer militar que ceceaba, y nos hacía mucha gracia. Era de Málaga. Pero estaba todo muy mezclado. Dentro de mi propia familia, mi madre y sus dos hermanos, nacidos en Tánger, hablaron siempre ese andaluz tangerino, pero no tanto su padre (Alberto España, el autor de LA PEQUEÑA HISTORIA DE TÁNGER, que era de Ronda y muy viajado por el mundo), ni su madrastra, mi abuela Emma, que era de Madrid. Mi padre, en cambio, era gallego: perdió su entonación, pero no su pronunciación. Mi propio acento es una mezcla de todos los que fui escuchando en mi familia durante la infancia. Nunca hablé muy «tangerino». Sí mi hermano y mi hermana, en cambio. Sí Pepe Hernández, Emilio Sanz de Soto, Cecilia Fernández Suzor, Malika Embárek…
(2) Así s bote pronto, sin ánimo de transliteración correcta: jai (hermano, con plural españolizado: jais), flus (dinero), melook (tonto), jamar (burro), shaatá (chaparón), qofa (culo), misián (bien), bálak (quítate de en medio), tebib (médico), me cayó el mazal (desgracia grande), de tajaricha (gratis, de propina), barakaláufik (gracias), nombres de golosinas…Estoy seguro de que mis paisanos de entonces recordarán otras muchas.
(3) Que yo recuerde, no era frecuente que introdujéramos el francés en nuestras conversaciones en español. Por broma, hacíamos chistes sobre el español afrancesado de algunos instalados en la Zona Francesa: montar una penta, tocar la retreta, veló…La única palabra francesa de uso general que recuerdo es «pedaló». Ah, y «mobylette» y «vélosolex». Y «Petit taxi».